Incomunicado
por varios días, con el teléfono móvil apagado, el ordenador cubierto por el
plástico gris… muerto para los otros y demasiado descompuesto para mi gusto.
Ayer estuve todo el día en cama, fue muy difícil prepararme los alimentos, el desasosiego deja pocas fuerzas para satisfacer los
órganos y no puedo negar el placer que produce dejarse llevar por los minutos y
ya… que todo transcurra, detenido por las sabanas que ejercen un peso enredado
entre sí con mi esquelético cuerpo, línea, soltura, inocuidad.
El
lunes fue la última vez que tocaron la puerta, me hubiera gustado saber quién
era pero en fin, fue mejor dejar la incógnita como respuesta, tengo otra
situación para imaginar. El dilema es el carro recolector de basura que llegara
mañana con su estridente ruido y no quiero abandonar el apartamento.
La
bolsa de desperdicios esta tan mal como me la imaginaba y los gusanos
comenzaron a salirse y están en el bote de plástico, por ahora la única
solución que encuentro es echarle blanqueador entre el plástico sucio y la
bolsa negra… disfruto con la espuma y los pequeños gusanos amarillentos
viviendo un purgatorio sin opción de salvación o misericordia. Solucionando el
problema animal, continúa el olor molestando por momentos… en aquellos en que
el viento entra corriendo por los ventanales de la cocina y esparcen el
putrefacto aroma… solución: nueva bolsa plástica, negra y nudo ciego. En el
fondo veo más gusanillos. Estos se salvaron envueltos en los pliegues del
plástico y fueron inmunes al exterminio. Es un asco… todo es un asco y lo peor
es que tengo que sacarlos a la calle mañana.
Imagino
guardar la bolsa en un ataúd y celebrar el funeral de la hecatombe de gusanos y
simplemente hacerles un rito de despedida a mis desperdicios, al fin y al cabo
lo que no es de mi producción. La sociedad de consumo lo puso hay para que yo
se lo devolviera así… y listo. Despedir a los hijos de la fusión entre mis
desperdicios y el consumismo.
Durante
toda la tarde fisgonee por la ventana buscando medir fuerza, elevación, viento,
vuelo, etc. para arrojar la bolsa desde el tercer piso donde habito, es más si
es necesario entrenar mentalmente toda la noche, estoy dispuesto hacerlo. Caso
desagradable seria que la bolsa pierda consistencia y en su defecto choque con
los cables de la electricidad y se genere un corto circuito, y esto despierte a
los gusanos difuntos bañados en sustancias químicas, en venganza, como fuerza
motora crecerán, no mucho… un poco y escalen hasta mi apartamento y busque
penetrarme por todos mis orificios y masticarme de adentro hacia afuera… y la
vecina al ver todo su patio lleno de basura, que no es cualquier basura, y sus
perritos jugando con los gusanos que no se bañaron en blanqueador, encare injurias
en mi contra y cuente lo visto entre ventanales cuando ni la luna se asoma…
mejor pienso en bajar la bolsa… quizás temprano …cuando aún todos duermen y los
gatos son amables. Que mal les sabrán los gusanillos a los gatos mañana.
De
nuevo luces apagadas que logran aislar.
La última vez que vi a la Muerte hablando con Dios fue hace varios siglos y era para transar el asunto de Jesús. Recuerdo que era un día lluvioso y el viento dejaba al descubierto por momentos el rostro gris de la muerte, se debe comprender lo complejo que es ser una omnívora de vidas y evitar degustar la de un dios-hombre. En la punta de su hoz colgaba la duda, inquieta y expectante.
Dios en su gloria parecía inmutable al gris suspiro de las nubes. La tensión de esos tres días fue indescriptible, ningún cronista ha tenido el valor de reimaginar la imagen de aquellos días, en ese momento éramos muchos, los que atentos mascullábamos la tragedia, mientras la Muerte se hacia la loca.
Como la moda es lo que llama la atención, se escribió algo sobre el templo de Salomón y todas las escenas más sangrientas para la venta de vanidad. La visita pastoral al infierno de Jesús acompañado de los martirios provocados por el pueblo judío en algo que los comentaristas evitaron emitir opiniones.
¿Quién
sabe… en que tratos de resurrecciones andarán?
Ahora
muchos años después los veo en la esquina de Gregorio a los mismos personajes, sentados
en una mesa roja, Muerte tomándose un tinto, le prohibieron conducir bajo los efectos del
alcohol, pues saca la hoz por la ventana y sonríe mientras se deja dormitar por
las largas líneas blancas de las carreteras mentales. Pero Dios se toma media de aguardiente,
todos entendemos lo estresante que es ser dios, es necesaria la antigua terapia dionisíaca para aguantar ese oficio, terapia renovada con Jesús en la transubstanciación y por conducir no
hay que preocuparse, los ángeles son los pilotos del trono divino.
Sin
mucho cuento apresure el paso y baje la mirada con el fin de no topárme con los ojos de ellos y obligarme a tener que saludar. La Muerte me cae bien, pero por ahora dejémosla en sus
oficios con los vivos, pero a dios no me conviene encontrármelo, en pocos minutos
entraríamos en enojo y además ya se nota que esta pasado de copas y le debo
dinero.
En
un giro ágil de mis piernas y al compás de New Order* en mi mp4, entre por la
puerta de la esquina tan rápido como pude, el hijo del dueño no sonríe, sus
cejas son así, le pido una chocolatina y un cigarrillo, me dice que cigarros
individuales no vende y me deja en mis manos una barra de chocolate frío.
Cuando
veo la Muerte me dan ganas de fumar y esperar a que llegue. El próximo dueño de
la cafetería me entrega las vueltas y me olvida en otro cliente. Río al sentir
el trozo de chocolate en mi lengua, al salir ciento unos aires bochornosos y pegajosos
pero no paro de sonreír… al fin de cuentas Muerte siempre gana.
*Canción:
Templation
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