El uno salió solo y melancólico por la falta de par...
Otro uno se encontraba cazando una suma pero muy asustado se escondía de la cantidad divisiones que andaban sin rumbo por la calle.
Uno y uno, se topan en el parque la Martina, en la esquina de los billares.
Uno llevaba una suma en el bolsillo y se la ofreció a uno para fueran dos.
Uno llevaba una suma en el bolsillo y se la ofreció a uno para fueran dos.
Pasado los meses, uno quedó en embarazo y como los números no entienden del tiempo, a los días, el resultado fue tres… un hermoso tres tuvieron uno y uno.
Los tres salían de fiesta al Parque del Ortiz y entre el baile, tres, conoció a otro uno con el cual armó pareja y los cuatro se divirtieron hasta el infinito.
Uno y uno, tres y cuatro se fueron a vivir a la quinta avenida, en una casa más grande.
Uno y uno volvieron a embarazarse para dejar nacer un seis.
Tres y cuatro se sumaron llenos de amor y nació un alto y fuerte siete.
Siete empezó a comer sin medida y su cuerpo se fue redondeando tanto que dos círculos formaron un nuevo ser… todos en casa le dicen: ocho.
Ocho, se fue a vivir a la calle nueve con dígito, se sentía tan fraccionado que un medio de sí, partió a formar una nueva cantidad.
Uno invito a toda su familia a almorzar, llegaron los números primos y también algunos fraccionados y los números complejos, los mala pagas de los negativos igual llegaron… y sin preocupación empezó el festín… en un momento inesperado apareció la división y todo fue nefasto, fraccionados por aquí, fraccionados por halla, aparece el cero y la nada quedará.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
.JPG)
